En el recinto, un grupo mira atento, mientras que el resto copia algo en sus carpetas. tres al fondo se ríen, ni saben de que...
Año tras año los veo pasar; admiro su brío, su inocencia e inexperiencia, aunque ellos creen, obvio que lo saben todo. El más alto, se queja de las actas y amonestaciones, que según su criterio, son injustas. Es un niño grande que se asoma a la vida.
Cuántos de ellos mañana estarán en un trabajo, tal vez indigno para sus sueños de hoy. Mi corazón de madre da un vuelco cuando piensa que van a tener que valerse por ellos mismos, que van a sufrir injusticias, desamores, rechazos... Pero tienen la vida, sabia ella, tal como el sendero lleva a las hormigas hasta el alimento, así hará con estos jóvenes.
Algo de mi esfuerzo diario va a quedar en ellos. Algo de mi voz rota hará cambiar un pensamiento de niño. Ciertas creencias cambiarán a dudas, y fortalecerán una postura que los va a mostrar como luchadores y despertarán la admiración de sus compañeros.
Ahora retoñan en su vida fácil, protegida y alegre rebelándose contra todo aquel que les impone responsabilidades, desconociendo todo límite, toda norma.
Son descaradamente libres.