martes, 25 de octubre de 2011

Niños de tierra

Hay un lugar donde ellos existen
los vi, eran cuatro
pequeños, frágiles, comunes.
Niños de la tierra,
dulces caras tristes,
las manos rastrillan
el campo sembrado,
los vi eran cuatro,
en las puntas los grandes los miran
sin ver, solo ven instrumentos
que aumentarán su labor.
Criaturas de polvo, sangran las manos
no hay consuelo, los retos aguardan
los vi eran cuatro,
Llegada la tarde, el frío abraza
allí cada uno recobra su cuerpo,
sienten que caen, sienten la angustia
y a la vez el alivio de un día terminado.
El campo sembrado queda en silencio
en él quedan rastros de sangre, de andrajos,
de lágrimas , sudores.
Mañana madrugan, sus manos lo saben
ni el agua helada les quita las marcas,
las grietas callosas parecen de ancianos,
lo viví, eran cuatro,
son niños pequeños, trabajan la tierra.
sus almas vuelan, acurrucados en mantas
mañana al alba tocarán la tierra
desnudándola de frutos
dejándole su sangre.
Los recuerdo, eran cuatro.

viernes, 14 de octubre de 2011

Nostalgia

Debo decirte que te extraño, hoy necesito recordarte, eras mi aliado, mi confidente, ¡Cuántos años a tu lado!
Mis palabras ahora, ¿a quién las digo?... ¿Te acuerdas cuando tú las envolvías en tus aguas, las zambullías y desarmabas?.
Luego las soltabas y se iban en loca carrera en busca de un sueño, que era hoy castillos, amores y conquistas, mañana desafíos, engaños y derrotas. Todo te confiaba mientras me mirabas con tu brillo de oro.
Tenía un amigo fiel, comprensivo, silencioso que un día con la misma pasividad que me escuchaba, me vio partir.
Sé que sigue ahí, corriendo, igual,con la misma juventud y brío con la que lo dejé...
Mi río amigo, cuántas horas contemplándote, cuántos mediodías, soñando junto a tí. No cambiaste, arrasador torbellino rojo. Yo, tu amiga, no soy la que se fue llena de ilusión, no soy la joven sinónimo de pasión.
Los años son témpanos helados que aplacan,calman, suavizan y apagan el fuego abrazador de los años en que ansiamos la libertad y la tomamos.
Te necesito amigo, debo confiarte mis secretos y mis sueños. ¡Si, mis sueños! No hay edad que nos los quite, siempre hay algo que deseamos. Siempre está el futuro por delante, esperando la sorpresa sobre lo obvio, destacando lo especial sobre lo absurdo. ¿Pero y hoy? ¿Dónde encontrarán eco mis palabras?, ¿Quién pondrá el oído en la soledad de mis sueños?...Te necesito amigo...

miércoles, 12 de octubre de 2011

Siglo XXI, sigue la apropiación de tierras indígenas

Dicen que aprendieron de los pájaros, los ríos y el viento. Y por más que nosotros -extranjeros de su lengua- no entendemos las palabras, la melodía que endulza nuestros oídos parece darles la razón. Allí están, al pie de la montaña, las ancianas, cantando con un alma tan antigua como las piedras, los árboles o el cielo.

La ceremonia comienza cuando las últimas estrellas se diluyen sobre la cordillera. Todo transcurre mirando al este, esperando a un sol que está por asomarse y será recibido con los puños en alto. Un kulltrum -pequeño tambor Mapuche- lleva el ritmo, y el ñorkin y la pifilka exhalan sonidos firmes pero suaves y húmedos, como latidos del corazón del mundo.

Las mujeres cantan en Mapudungun, la lengua de la tierra, y parece haber una continuidad, una especie de armónica complicidad - difícil de entender y de contar- entre sus voces, el sonido de los instrumentos, y las montañas que nos rodean, todavía cargadas de una bruma espesa que pronto descenderá sobre nosotros.

Ellas son Mapuche; la gente de la tierra. Y Mapuche, la palabra que los nombra como pueblo, significa no que son dueños, sino parte de la tierra que pisan. En su cosmovisión, la lengua en la que cantan, la naturaleza que los rodea, y hasta su propia existencia son diferentes manifestaciones de una misma realidad.

Durante el juicio de Benetton contra el matrimonio Mapuche Curiñanco-Nahuelquir, la primera fila de la platea estuvo ocupada por esas mismas ancianas que un día antes escuchamos cantar al amanecer. Para ellas, no se trataba simplemente de un juicio contra dos de sus hermanos, sino de ser testigos de como un juzgado decide si una rama es parte del árbol, o si la nieve tiene permiso de posarse sobre la cumbre de las montañas y reflejar los rayos del sol.

- El pedacito de mundo en disputa

Benetton, actualmente el principal terrateniente del país, es dueño de una provincia de alambre. Son 900.000 hectáreas, 630.000 en la provincia de Chubut, abarcando llanuras, horizontes, montañas y ríos. El predio en disputa, llamado Santa Rosa, mide poco más de 500 hectáreas, está sobre la vera de la ruta nacional 40 y frente a la estancia Leleque, una de las principales estancias del grupo italiano en la Argentina.

Hasta allí llegaron en el 2002 Atilio Curiñanco y Rosa Nahuelquir, con el objetivo de montar un emprendimiento familiar que les permitiese volver a la tierra. Cultivaron frutillas, hortalizas, construyeron una pequeña casa y hasta un canal de riego, utilizando como única capital la indemnización que Rosa había cobrado al ser despedida de una empresa textil en quiebra.

Para varios pobladores de la zona, incluyendo al propio Atilio Curiñanco, se trataba de un predio que estuvo desde siempre abandonado, salvo cuando fue habitado por una familia Mapuche de apellido Tureo.

El testigo Courtenay, antiguo empleado de la CTSA, explicó que esa zona siempre fue conocida como reserva, y que la única utilización que tuvo alguna vez fue la de alojar a los caballos llamados "marca pobre", de los peones que se acercaban a la estancia para buscar trabajo. Algo similar dijo Don Nahuelquir, trabajador de la compañía durante los últimos 30 años, y testigo central de sus empleadores.

Santa Rosa no fue siempre como ahora, un triángulo de poco más de 500 hectáreas al pie de la cordillera. Antes de los años 70, en su borde no existía la ruta, y a su alrededor había sólo colonizadores vecinos a la CTSA.

La llegada del asfalto fue la que modificó todos los límites; ese y varios de los campos vecinos que la rodean, perdieron un pedazo de terreno en manos de La Compañía.

Algunos de los propietarios, también terratenientes, hicieron juicios y hoy tienen una cuña de campo que atraviesa el asfalto y se interna en los campos de Benetton. Pero claro, la recuperación no cuenta a los pobladores más humildes, como Pichón Llancaqueo; ellos no pueden pagar abogados y agrimensores, y entonces se resignan a que la Compañía les saque un pedazo del terreno donde nacieron sus abuelos.

Esos alambrados movidos por el asfalto encierran algunas cientos de hectáreas, pero convierten a los límites entre vecinos en un polígono irregular, una confesión gráfica caracterizada en el testimonio del periodista Hernán Scandizzo como "una política sistemática de apropiación de tierras indígenas".

En su declaración frente al tribunal, el cronista contó como durante la investigación que hicimos en la zona, se descubrieron otros predios que habían sufrido el mismo destino que Santa Rosa. Nombró, entre otros, a la Reserva Rayel, Laguna Seca y una parcela de la comunidad Vuelta del Río, todas tierras alambradas ilegalmente por la CTSA.

Pero si la ruta transformó la geografía del lugar, y la voracidad de la compañía se tragó tierras Mapuche, en cambio no modificó para nada el abandono del predio ahora en disputa. Desde que se tiene memoria, y hasta que fuera ocupado por la familia Curiñanco en el 2002, nunca hubo allí más que viento y silencio.

El alambrado, contó Ariel Yañez en su declaración, estuvo siempre "caído, podrido, oxidado".

Contradiciendo esta versión, uno de los pocos testigos que declaró que la tierra era usada por la CTSA fue Ronald Mac Donald, administrador de la estancia y principal denunciante en la causa. Para él, como parte de una prueba agronómica, antes de que los Curiñanco ocuparan el predio, la compañía habría plantado dos pinos dentro del terreno.

- La historia vuelve a la carga.

Martín Iturburu Monef, el abogado de Benetton, centró su estrategia en varios elementos. El primero, que parte del alambrado perimetral del predio era del mismo tipo que solía construir la CTSA, y que además está dentro de los límites de las tierras de la Compañía, ya que "coinciden los títulos de propiedad con las mensuras y los alambres".

También señaló que los títulos de propiedad de la empresa, que datan de 1896, son perfectamente legítimos, y que "es mentira que se traten de tierras donadas por el estado" a particulares, sino que fueron compradas por la CTSA.

En realidad, los títulos adjuntados a la causa son fotocopias de documentos que superan el siglo de antigüedad.

En uno de ellos se puede leer, si se tiene la paciencia suficiente para descifrarlos, que el 13 de diciembre de 1891, con la firma de "A. Bermejo", el estado argentino dictó un decreto que dice: "en relación al capital introducido en el terreno al que se ha hecho referencia, dona a la sociedad denominada Compañía Tierras del Sud Argentino Limitada un terreno compuesto de una superficie de 85.638 has. Esta situado en la gobernación de Chubut.… en la confluencia entre el Río Chubut y el Río Letatimen"

La donación de tierras a capitales ingleses era muy común en aquella época. El estado daba en concesión lotes de 80.000 has. que, para "no perder los accidentes geográficos", se agrandaban notablemente al momento de hacer las mensuras. Luego, "en virtud de las mejoras introducidas", eran donadas a los concesionarios, a cambio de la devolución de la cuarta parte de lo recibido.

Este proceso, que se profundizó con la matanza de pueblos originarios conocida como La Campaña al Desierto, permitió que en 1891 se unieran en una sociedad 10 de esos beneficiarios, formando la Compañía Tierras del Sud Argentino Limitada. La empresa que un siglo después, pagando 50 millones de dólares, compró Benetton.

- Los cuestionamientos

Para la defensa de la familia Mapuche, a cargo de los doctores Eduardo Hualpa y Gustavo Manuel Macayo, poco de lo que dijo el abogado patrocinante de la CTSA es cierto. En su alegado, el Dr. Macayo partió de cuestionar la existencia misma de La Compañía, señalando que hay "enormes dudas de que hayan existido alguna vez " los títulos de propiedad originales.

Según el abogado, las donaciones de tierra que dieron vida a la CTSA fueron totalmente ilegales. En primer lugar, porque se hicieron frente a un escribano público, y no con el Escribano General de la Nación, como exigía la Ley de Tierras de aquel entonces. En segundo termino porque "las donaciones de tierras estaban limitadas a superficies de lo que nosotros conocemos como un cuarto de legua o 625 hectáreas como máximo, que es la ley 1501 que se llamó la ley del hogar ".

También alegó que por más que hubiesen sido compradas, igualmente se habría tratado de una operación ilegal. La ley de aquel entonces decía que "una persona o una sociedad no podía comprar una superficie mayor a 40 mil hectáreas, y una persona tampoco podía adquirir dos lotes...", además de que la venta de tierras fiscales debía hacerse "en remates públicos, con una base mínima, donde el mejor postor era el que compraba."

La línea argumental del Dr. Macayo apuntó a que esta situación indefinida se mantiene en la actualidad. La CTSA, dijo, "no está registrada en el Chubut, no tiene ni siquiera registrada la Inspección de Personas Jurídicas o en el registro público de comercio, (a pesar de) que realiza permanentes y continuos actos de comercio aquí en el Chubut". También, que "la nacionalización de la sociedad en 1982, además de constituir domicilio en el país tiene que justificar la constitución de un directorio en el cual el 60 % de sus miembros sean argentinos", ya que "la continuidad de ese directorio en 1982 esta dibujado".

- La tierra y el viento

Hay una broma triste que suelen hacer los pobladores en la zona de la Estancia Leleque. Dicen que el viento patagónico es tan fuerte, que a veces suele correr los alambrados, aunque siempre para el mismo lado.

Para el Dr. Macayo, algo de eso sucedió en este caso. En su intervención señaló que los tres planos de la CTSA adjuntados a la causa, muestran como el perímetro de la compañía fue creciendo sin razón lógica a lo largo del tiempo. Y agregó el ejemplo de un mapa más antiguo, publicado por el propio Benetton en un libro sobre la Patagonia, donde la superficie de las estancias eran todavía mucho más chicas.

Para la empresa, las mensuras presentadas -que datan de 1892- son suficiente documentación. Sus representantes declararon que sólo tendrían la obligación de volver a mensurar si decidían vender las tierras, y que hasta entonces el centenario documento era suficiente para demostrar cuales son las fronteras de la CTSA.

¿Que significa esto? La mensura perimetral, explica Macayo, es "certificar que lo que está adentro del alambre es igual que lo que está en el título". De no hacerse, "además de no poder venderlo, puede causar perjuicios a terceros". Igualmente, su visión es que es difícil que ese trabajo se haga alguna vez, "porque no hay un sólo organismo aquí en la provincia que le exija a la CTSA".

Resumiendo: para la defensa de la familia Mapuche, el nudo del problema no es sólo que el predio conocido como Santa Rosa estaba abandonado, con los alambrados caídos y fuera del perímetro de la CTSA. También cuestiona la legitimidad misma de la CTSA, quizás el ejemplo más crudo de como se ha constituido el latifundio en nuestro país.

- Esperando la sentencia

Queda en el tintero analizar la responsabilidad y el rol del estado, tema que por extenso y complejo será tratado en otra ocasión. Porque la particularidad de este conflicto, que al principio se quiso tratar como un problema doméstico y penal, es la de desnudar los mecanismos de conquista y reconquista de la Patagonia.

Ahora falta esperar al Lunes, cuando tomando o no en cuenta estos elementos, el juez leerá su sentencia. Lo que está por decidirse en términos legales, es si la tierra corresponde a los Benetton, si se la deben devolver a los Curiñanco, o si se va a un juicio civil para discutir en profundidad las cuestiones aquí reseñadas.

Por el momento, sólo una cosa es absolutamente segura: pase lo que pase, la nieve seguirá cayendo sobre la tierra.

Porque mientras se escriben estas palabras, las cumbres se tiñen de blanco y reflejan, a pesar de todas las leyes, suaves rayos de sol que se escapan de entre las nubes. La ley natural fiel a su tradición sigue cumpliendo.

sábado, 8 de octubre de 2011

Leyendas de Tierra del Fuego




LOS ONAS Y LA LUNA
(Mito Selk’nam )
Los Onas suponen que en las variadas fases de la luna hay seres ocultos
enemigos de los hombres que les causan mayor pavor.
El engrosamiento gradual de la luna KRE les inspira gran miedo, porque creen que
para engrosarse se alimenta de criaturas humanas, a las cuales les chupa la
sangre que les causa la muerte.
De aquí que cuando llega el plenilunio hagan fiestas alrededor de grandes fogatas
y bailan y gritan en algazara infernal durante toda la noche, celebrando él haber
librado del peligro de muerte a sus hijos, que aman con mucha ternura.
KAMSHOUT Y EL OTOÑO
(Leyenda Selk’nam - Tierra del Fuego, Argentina-Chile)
Hubo un tiempo en que las hojas del bosque eran siempre verdes. En ese
entonces el joven selk’nam Kamshout partió en un largo viaje para cumplir con los
ritos de iniciación de los klóketens.
El joven iniciado tardó tanto en volver que el resto del grupo lo dio por muerto.
Cuando nadie lo esperaba, Kamshout volvió completamente alterado y empezó a
relatar su sorprendente incursión en un país de maravillas, más allá en el lejano
norte.
En ese país los bosques eran interminables y los árboles perdían sus hojas en
otoño hasta parecer completamente muertos. Sin embargo, con los primeros
calores de la primavera las hojas verdes volvían a salir y los árboles volvían a
revivir. Nadie creyó la historia y la gente se rió de Kamshout quien, completamente
enojado, se marchó al bosque y volvió a desaparecer.
Luego de una corta incursión por el bosque, Kamshout reapareció convertido en
un gran loro, con plumas verdes en su espalda y rojas en su pecho. Era otoño y
Kamshout -a partir de entonces llamado Kerrhprrh por el ruido que emitía, volando
de árbol en árbol fue tiñiendo todas las hojas con sus plumas rojas. Así
coloreadas, las hojas empezaron a caer y todo el mundo temió la muerte de los
árboles. Esta vez la risa fue de Kamshout.
En la primavera las hojas volvieron a lucir su verdor, demostrando la veracidad de
la aventura vivida por Kamshout. Desde entonces los loros se reúnen en las ramas
de los árboles para reírse de los seres humanos y así vengar a Kamshout, su
antepasado mítico.
Fuente: Cuentos y Leyendas Americanas.-
EL ORIGEN DEL CALAFATE
(Leyenda Selk’nam )
Cuando los Selk’nam habitaban Tierra de Fuego se agrupaban en
diversas tribus, dos de ellas se encontraban en gran conflicto, los jefes
de ambas comunidades se odiaban hasta la muerte. Uno de ellos tenía
un joven hijo, que gustaba de recorrer los campos. En una ocasión se
encontró con una bella niña de ojos negros intensos y se enamoró de
ella.
Lamentablemente, era la hija del enemigo de su padre, la única manera
de verse era a escondidas, pero el brujo de la tribu de la niña los
descubrió. Vio sin embargo, que no podría separarlos y condenó a la
niña, transformándola en una planta que conservó toda la belleza de sus
ojos negros, pero con espinas, para que el joven enamorado no pudiera
tocarla. Pero el amor era tan fuerte que el joven nunca se separó de
esta planta y murió a su lado.
Por eso cada quien que logre comer el fruto de este arbusto estará
destinado a regresar a la Patagonia, pues uno no puede separarse del
poder de amor que hay en el calafate, nos atrae a él y no nos permite
que nos marchemos por mucho tiempo.
Fuente: Cuentos y Leyendas Americanas.-
YINCIHAUA
(Leyenda Selk’nam)
Todos los años en la primavera, las jóvenes mujeres onas se juntaban en una
choza especial, para la importante fiesta llamada “yincihaua”. Acudían desnudas,
con el cuerpo pintado y en sus rostros máscaras multicolores. Tenían gran
imaginación para hacerse hermosos dibujos geométricos, que representaban los
distintos espíritus que viven en la naturaleza. Ellos les daban los poderes que
ejercían sobre los hombres.
Ese día una de las niñas tomó con mucho cuidado un poco de tierra blanca y
empezó lentamente a trazar las cinco líneas que pensaba pintar desde su nariz
hasta las orejas. Las otras jóvenes trataron de imitarla, ya que las figuras en el
rostro eran muy importantes.
La fantasía de cada una se echó a volar y se pintaron de arriba abajo con
armoniosas figuras. Unas a otras se ayudaban, pero para no ser reconocidas, se
pusieron en sus rostros unas máscaras talladas. Blanco, negro y rojo eran los
colores preferidos. En un momento dado, cuando ya estaban todas preparadas,
salieron de la choza con grandes chillidos y mucho alboroto para asustar a los
hombres que las esperaban afuera.
La bulliciosa ceremonia se encontraba en su apogeo y todos daban gritos, cuando
sobre el tremendo ruido reinante se escuchó una fuerte discusión entre el hombresol y su hermana, la mujer-luna.
-Yo no te necesito- insistía con altivez la luna.
-Sin mí, no puedes vivir- le contestó sarcástico el sol.
-Perdería mi brillo quizás, pero seguiría viviendo.
-Sin el brillo que yo te doy no vales nada.
-No seas tan presumido, hermano sol.
-Tú deberías ser más humilde, hermana luna.
Y así siguieron la disputa como dos niños chicos. Todos los hombres se pusieron
de parte del sol y las mujeres apoyaron a la luna. La discusión fue creciendo,
creciendo y ni siquiera el marido de la mujer luna, que era el arcoiris o “akaynic”,
pudo lograr que la armonía volviera a reinar entre la gente de la tribu.
De pronto, un gran fuego estalló en la choza del “yincihaua”, donde las mujeres
habían ido a buscar refugio cuando la pelea se hizo más fuerte. Allí estaban
encerradas cuando las alcanzaron las llamas.
Aunque el griterío fue inmenso, ninguna logro salvarse. Todas murieron en el
incendio. Pero se transformaron en animales de hermosa apariencia, según había
sido su maquillaje. Hasta hoy mantienen esas características y las podemos ver,
por ejemplo, en el cisne de cuello negro, en el cóndor o en el ñandú.
Afortunadamente ellas nunca supieron lo que había sucedido. Les habría dado
mucha pena, porque fueron los propios hombres los que prendieron el fuego. Es
que tenían envidia del poder que en el comienzo de los tiempos ostentaban las
mujeres, y querían quitárselo.-
Después de este penoso episodio la mujer-luna se fue con su esposo “akaynic”
hasta el firmamento. Detrás de ellos, queriendo alcanzarlos, se fue corriendo el
hombre-hermano-sol, pero no pudo lograrlo.
Todos se quedaron, sin embargo, en la bóveda celestial y no volvieron a bajar a
las fiestas de los hombres.

Domo y Lituche (Leyenda Mapuche)




Hace infinidad de lluvias, en el mundo no había más que un espíritu que habitaba
en el cielo. Solo él podía hacer la vida. Así decidió comenzar su obra cualquier
día.
Aburrido un día de tanta quietud decidió crear a una criatura vivaz e imaginativa, la
cual llamó "Hijo", porque mucho le quiso desde el comienzo. Luego muy contento
lo lanzó a la tierra. Tan entusiasmado estaba que el impulso fue tan fuerte que se
golpeó duramente al caer. Su madre desesperada quiso verlo y abrió una ventana
en el cielo. Esa ventana es Kuyén, la luna, y desde entonces vigila el sueño de los
hombres.
El gran espíritu quiso también seguir los primeros pasos de su hijo. Para mirarlo
abrió un gran hueco redondo en el cielo. Esa ventana es Antú, el sol y su misión
es desde entonces calentar a los hombres y alentar la vida cada día. Así todo ser
viviente lo reconoce y saluda con amor y respeto. También es llamado padre sol.
Pero en la tierra el hijo del gran espíritu se sentía terriblemente solo. Nada había,
nadie con quién conversar. Cada vez más triste miró al cielo y dijo: ¿Padre,
porqué he de estar solo?
En realidad necesita una compañera -dijo Ngnechén, el espíritu progenitor.
Pronto le enviaron desde lo alto una mujer de suave cuerpo y muy graciosa, la que
cayó sin hacerse daño cerca del primer hombre. Ella estaba desnuda y tuvo
mucho frío. Para no morir helada echó a caminar y sucedió que a cada paso suyo
crecía la hierba, y cuando cantó, de su boca insectos y mariposas salían a
raudales y pronto llegó a Lituche el armónico sonido de la fauna.
Cuando uno estuvo frente al otro, dijo ella: - Qué hermoso eres. ¿Cómo he de
llamarte? . Yo soy Lituche el hombre del comienzo. Yo soy Domo la mujer,
estaremos juntos y haremos florecer la vida amándonos -dijo ella-. Así debe ser,
juntos llenaremos el vacío de la tierra -dijo Lituche.
Mientras la primera mujer y el primer hombre construían su hogar, al cual llamaron
ruka, el cielo se llenó de nuevos espíritus. Estos traviesos Cherruves eran
torbellinos muy temidos por la tribu.
Lituche pronto aprendió que los frutos del pewén eran su mejor alimento y con
ellos hizo panes y esperó tranquilo el invierno. Domo cortó la lana de una oveja,
luego con las dos manos, frotando y moviéndolas una contra otra hizo un hilo
grueso. Después en cuatro palos grandes enrolló la hebra y comenzó a cruzarlas.
Desde entonces hacen así sus tejidos en colores naturales, teñidos con raíces.
Cuando los hijos de Domo y Lituche se multiplicaron, ocuparon el territorio de mar
a cordillera. Luego hubo un gran cataclismo, las aguas del mar comenzaron a
subir guiadas por la serpiente Kai-Kai. La cordillera se elevó más y más porque en
ella habitaba Tren-Tren la culebra de la tierra y así defendía a los hombres de la
ira de Kai-Kai. Cuando las aguas se calmaron, comenzaron a bajar los
sobrevivientes de los cerros. Desde entonces se les conoce como "Hombres de la
tierra" o Mapuches.- 3 -
Siempre temerosos de nuevos desastres, los mapuches respetan la voluntad de
Ngnechén y tratan de no disgustarlo. Trabajan la tierra y realizan hermosa
artesanía con cortezas de árboles y con raíces tiñen lana. Con fibras vegetales
tejen canastos y con lana, mantas y vestidos.
Aún hoy en el cielo Kuyén y Antú se turnan para mirarlos y acompañarlos. Por eso
la esperanza de un tiempo mejor nunca muere en el espíritu de los mapuches, los
hombres de la tierra
(Los Mapuches habitan el sur de Argentina y Chile, ellos considera todo eso sus tierras y luchan por ese derecho)

sábado, 1 de octubre de 2011

Confusión

Grisácea sensación de turbiedad
matices de negro, invaden el pensamiento,
los laberintos son cada vez más cerrados,
la busqueda de un claro, una luz, un destello.
No hay salida, las voces y las palabras se pierden...
No hay claridad, los deseos se adormecen previos,
Las ambiciones se convierten en descontroladas pasiones
Ya el negro manto cubre el inocente y blanco instinto
¡se desata lo inevitable, grita la ira!
el huracán arrecia con lo puro
Confusión, negrura, tibia esperanza.
Duda, rumor de voces, entonces juntos...
La desilusión y el desaliento.
Los hijos de la tierra traicionados
por doquier la destrucción de sus creencias
la ignorancia del blanco desatada
y la brutalidad de su raza aplasta
la pureza originaria...