martes, 8 de noviembre de 2011

Paralelo

Avanza el tiempo a la par de la lluvia,
se mezclan las gotas, se estremece la tarde,
un relámpago furioso atraviesa mi alma,
una luz que enceguece, que brilla, que hiere,
ahora retumba el trueno rabioso,
torrentes de agua lo avalan, lo alaban.

y ahora, la calma...

avanza la vida a la par de los sueños
se mezclan deseos, se estremece la duda,
cual carrera furiosa se precipitan los años.
sin tregua, sin calma se vive de joven
como en una tormenta, brutal, de verano,
gastando una vida, siguiendo una meta.
Y al llegar al punto, arribando presto
sobreviene el sosiego y se contempla el logro.

y ahora, el disfrute...

Al llegar la tarde, al volver la mirada
veo una casa, veo unos niños,
días felices, sueños realizados,
amor encontrado y correspondido.
Bella y loca es esta carrera
largos son los años para recorrerla
y son muchos los días para recordarla...

martes, 25 de octubre de 2011

Niños de tierra

Hay un lugar donde ellos existen
los vi, eran cuatro
pequeños, frágiles, comunes.
Niños de la tierra,
dulces caras tristes,
las manos rastrillan
el campo sembrado,
los vi eran cuatro,
en las puntas los grandes los miran
sin ver, solo ven instrumentos
que aumentarán su labor.
Criaturas de polvo, sangran las manos
no hay consuelo, los retos aguardan
los vi eran cuatro,
Llegada la tarde, el frío abraza
allí cada uno recobra su cuerpo,
sienten que caen, sienten la angustia
y a la vez el alivio de un día terminado.
El campo sembrado queda en silencio
en él quedan rastros de sangre, de andrajos,
de lágrimas , sudores.
Mañana madrugan, sus manos lo saben
ni el agua helada les quita las marcas,
las grietas callosas parecen de ancianos,
lo viví, eran cuatro,
son niños pequeños, trabajan la tierra.
sus almas vuelan, acurrucados en mantas
mañana al alba tocarán la tierra
desnudándola de frutos
dejándole su sangre.
Los recuerdo, eran cuatro.

viernes, 14 de octubre de 2011

Nostalgia

Debo decirte que te extraño, hoy necesito recordarte, eras mi aliado, mi confidente, ¡Cuántos años a tu lado!
Mis palabras ahora, ¿a quién las digo?... ¿Te acuerdas cuando tú las envolvías en tus aguas, las zambullías y desarmabas?.
Luego las soltabas y se iban en loca carrera en busca de un sueño, que era hoy castillos, amores y conquistas, mañana desafíos, engaños y derrotas. Todo te confiaba mientras me mirabas con tu brillo de oro.
Tenía un amigo fiel, comprensivo, silencioso que un día con la misma pasividad que me escuchaba, me vio partir.
Sé que sigue ahí, corriendo, igual,con la misma juventud y brío con la que lo dejé...
Mi río amigo, cuántas horas contemplándote, cuántos mediodías, soñando junto a tí. No cambiaste, arrasador torbellino rojo. Yo, tu amiga, no soy la que se fue llena de ilusión, no soy la joven sinónimo de pasión.
Los años son témpanos helados que aplacan,calman, suavizan y apagan el fuego abrazador de los años en que ansiamos la libertad y la tomamos.
Te necesito amigo, debo confiarte mis secretos y mis sueños. ¡Si, mis sueños! No hay edad que nos los quite, siempre hay algo que deseamos. Siempre está el futuro por delante, esperando la sorpresa sobre lo obvio, destacando lo especial sobre lo absurdo. ¿Pero y hoy? ¿Dónde encontrarán eco mis palabras?, ¿Quién pondrá el oído en la soledad de mis sueños?...Te necesito amigo...

miércoles, 12 de octubre de 2011

Siglo XXI, sigue la apropiación de tierras indígenas

Dicen que aprendieron de los pájaros, los ríos y el viento. Y por más que nosotros -extranjeros de su lengua- no entendemos las palabras, la melodía que endulza nuestros oídos parece darles la razón. Allí están, al pie de la montaña, las ancianas, cantando con un alma tan antigua como las piedras, los árboles o el cielo.

La ceremonia comienza cuando las últimas estrellas se diluyen sobre la cordillera. Todo transcurre mirando al este, esperando a un sol que está por asomarse y será recibido con los puños en alto. Un kulltrum -pequeño tambor Mapuche- lleva el ritmo, y el ñorkin y la pifilka exhalan sonidos firmes pero suaves y húmedos, como latidos del corazón del mundo.

Las mujeres cantan en Mapudungun, la lengua de la tierra, y parece haber una continuidad, una especie de armónica complicidad - difícil de entender y de contar- entre sus voces, el sonido de los instrumentos, y las montañas que nos rodean, todavía cargadas de una bruma espesa que pronto descenderá sobre nosotros.

Ellas son Mapuche; la gente de la tierra. Y Mapuche, la palabra que los nombra como pueblo, significa no que son dueños, sino parte de la tierra que pisan. En su cosmovisión, la lengua en la que cantan, la naturaleza que los rodea, y hasta su propia existencia son diferentes manifestaciones de una misma realidad.

Durante el juicio de Benetton contra el matrimonio Mapuche Curiñanco-Nahuelquir, la primera fila de la platea estuvo ocupada por esas mismas ancianas que un día antes escuchamos cantar al amanecer. Para ellas, no se trataba simplemente de un juicio contra dos de sus hermanos, sino de ser testigos de como un juzgado decide si una rama es parte del árbol, o si la nieve tiene permiso de posarse sobre la cumbre de las montañas y reflejar los rayos del sol.

- El pedacito de mundo en disputa

Benetton, actualmente el principal terrateniente del país, es dueño de una provincia de alambre. Son 900.000 hectáreas, 630.000 en la provincia de Chubut, abarcando llanuras, horizontes, montañas y ríos. El predio en disputa, llamado Santa Rosa, mide poco más de 500 hectáreas, está sobre la vera de la ruta nacional 40 y frente a la estancia Leleque, una de las principales estancias del grupo italiano en la Argentina.

Hasta allí llegaron en el 2002 Atilio Curiñanco y Rosa Nahuelquir, con el objetivo de montar un emprendimiento familiar que les permitiese volver a la tierra. Cultivaron frutillas, hortalizas, construyeron una pequeña casa y hasta un canal de riego, utilizando como única capital la indemnización que Rosa había cobrado al ser despedida de una empresa textil en quiebra.

Para varios pobladores de la zona, incluyendo al propio Atilio Curiñanco, se trataba de un predio que estuvo desde siempre abandonado, salvo cuando fue habitado por una familia Mapuche de apellido Tureo.

El testigo Courtenay, antiguo empleado de la CTSA, explicó que esa zona siempre fue conocida como reserva, y que la única utilización que tuvo alguna vez fue la de alojar a los caballos llamados "marca pobre", de los peones que se acercaban a la estancia para buscar trabajo. Algo similar dijo Don Nahuelquir, trabajador de la compañía durante los últimos 30 años, y testigo central de sus empleadores.

Santa Rosa no fue siempre como ahora, un triángulo de poco más de 500 hectáreas al pie de la cordillera. Antes de los años 70, en su borde no existía la ruta, y a su alrededor había sólo colonizadores vecinos a la CTSA.

La llegada del asfalto fue la que modificó todos los límites; ese y varios de los campos vecinos que la rodean, perdieron un pedazo de terreno en manos de La Compañía.

Algunos de los propietarios, también terratenientes, hicieron juicios y hoy tienen una cuña de campo que atraviesa el asfalto y se interna en los campos de Benetton. Pero claro, la recuperación no cuenta a los pobladores más humildes, como Pichón Llancaqueo; ellos no pueden pagar abogados y agrimensores, y entonces se resignan a que la Compañía les saque un pedazo del terreno donde nacieron sus abuelos.

Esos alambrados movidos por el asfalto encierran algunas cientos de hectáreas, pero convierten a los límites entre vecinos en un polígono irregular, una confesión gráfica caracterizada en el testimonio del periodista Hernán Scandizzo como "una política sistemática de apropiación de tierras indígenas".

En su declaración frente al tribunal, el cronista contó como durante la investigación que hicimos en la zona, se descubrieron otros predios que habían sufrido el mismo destino que Santa Rosa. Nombró, entre otros, a la Reserva Rayel, Laguna Seca y una parcela de la comunidad Vuelta del Río, todas tierras alambradas ilegalmente por la CTSA.

Pero si la ruta transformó la geografía del lugar, y la voracidad de la compañía se tragó tierras Mapuche, en cambio no modificó para nada el abandono del predio ahora en disputa. Desde que se tiene memoria, y hasta que fuera ocupado por la familia Curiñanco en el 2002, nunca hubo allí más que viento y silencio.

El alambrado, contó Ariel Yañez en su declaración, estuvo siempre "caído, podrido, oxidado".

Contradiciendo esta versión, uno de los pocos testigos que declaró que la tierra era usada por la CTSA fue Ronald Mac Donald, administrador de la estancia y principal denunciante en la causa. Para él, como parte de una prueba agronómica, antes de que los Curiñanco ocuparan el predio, la compañía habría plantado dos pinos dentro del terreno.

- La historia vuelve a la carga.

Martín Iturburu Monef, el abogado de Benetton, centró su estrategia en varios elementos. El primero, que parte del alambrado perimetral del predio era del mismo tipo que solía construir la CTSA, y que además está dentro de los límites de las tierras de la Compañía, ya que "coinciden los títulos de propiedad con las mensuras y los alambres".

También señaló que los títulos de propiedad de la empresa, que datan de 1896, son perfectamente legítimos, y que "es mentira que se traten de tierras donadas por el estado" a particulares, sino que fueron compradas por la CTSA.

En realidad, los títulos adjuntados a la causa son fotocopias de documentos que superan el siglo de antigüedad.

En uno de ellos se puede leer, si se tiene la paciencia suficiente para descifrarlos, que el 13 de diciembre de 1891, con la firma de "A. Bermejo", el estado argentino dictó un decreto que dice: "en relación al capital introducido en el terreno al que se ha hecho referencia, dona a la sociedad denominada Compañía Tierras del Sud Argentino Limitada un terreno compuesto de una superficie de 85.638 has. Esta situado en la gobernación de Chubut.… en la confluencia entre el Río Chubut y el Río Letatimen"

La donación de tierras a capitales ingleses era muy común en aquella época. El estado daba en concesión lotes de 80.000 has. que, para "no perder los accidentes geográficos", se agrandaban notablemente al momento de hacer las mensuras. Luego, "en virtud de las mejoras introducidas", eran donadas a los concesionarios, a cambio de la devolución de la cuarta parte de lo recibido.

Este proceso, que se profundizó con la matanza de pueblos originarios conocida como La Campaña al Desierto, permitió que en 1891 se unieran en una sociedad 10 de esos beneficiarios, formando la Compañía Tierras del Sud Argentino Limitada. La empresa que un siglo después, pagando 50 millones de dólares, compró Benetton.

- Los cuestionamientos

Para la defensa de la familia Mapuche, a cargo de los doctores Eduardo Hualpa y Gustavo Manuel Macayo, poco de lo que dijo el abogado patrocinante de la CTSA es cierto. En su alegado, el Dr. Macayo partió de cuestionar la existencia misma de La Compañía, señalando que hay "enormes dudas de que hayan existido alguna vez " los títulos de propiedad originales.

Según el abogado, las donaciones de tierra que dieron vida a la CTSA fueron totalmente ilegales. En primer lugar, porque se hicieron frente a un escribano público, y no con el Escribano General de la Nación, como exigía la Ley de Tierras de aquel entonces. En segundo termino porque "las donaciones de tierras estaban limitadas a superficies de lo que nosotros conocemos como un cuarto de legua o 625 hectáreas como máximo, que es la ley 1501 que se llamó la ley del hogar ".

También alegó que por más que hubiesen sido compradas, igualmente se habría tratado de una operación ilegal. La ley de aquel entonces decía que "una persona o una sociedad no podía comprar una superficie mayor a 40 mil hectáreas, y una persona tampoco podía adquirir dos lotes...", además de que la venta de tierras fiscales debía hacerse "en remates públicos, con una base mínima, donde el mejor postor era el que compraba."

La línea argumental del Dr. Macayo apuntó a que esta situación indefinida se mantiene en la actualidad. La CTSA, dijo, "no está registrada en el Chubut, no tiene ni siquiera registrada la Inspección de Personas Jurídicas o en el registro público de comercio, (a pesar de) que realiza permanentes y continuos actos de comercio aquí en el Chubut". También, que "la nacionalización de la sociedad en 1982, además de constituir domicilio en el país tiene que justificar la constitución de un directorio en el cual el 60 % de sus miembros sean argentinos", ya que "la continuidad de ese directorio en 1982 esta dibujado".

- La tierra y el viento

Hay una broma triste que suelen hacer los pobladores en la zona de la Estancia Leleque. Dicen que el viento patagónico es tan fuerte, que a veces suele correr los alambrados, aunque siempre para el mismo lado.

Para el Dr. Macayo, algo de eso sucedió en este caso. En su intervención señaló que los tres planos de la CTSA adjuntados a la causa, muestran como el perímetro de la compañía fue creciendo sin razón lógica a lo largo del tiempo. Y agregó el ejemplo de un mapa más antiguo, publicado por el propio Benetton en un libro sobre la Patagonia, donde la superficie de las estancias eran todavía mucho más chicas.

Para la empresa, las mensuras presentadas -que datan de 1892- son suficiente documentación. Sus representantes declararon que sólo tendrían la obligación de volver a mensurar si decidían vender las tierras, y que hasta entonces el centenario documento era suficiente para demostrar cuales son las fronteras de la CTSA.

¿Que significa esto? La mensura perimetral, explica Macayo, es "certificar que lo que está adentro del alambre es igual que lo que está en el título". De no hacerse, "además de no poder venderlo, puede causar perjuicios a terceros". Igualmente, su visión es que es difícil que ese trabajo se haga alguna vez, "porque no hay un sólo organismo aquí en la provincia que le exija a la CTSA".

Resumiendo: para la defensa de la familia Mapuche, el nudo del problema no es sólo que el predio conocido como Santa Rosa estaba abandonado, con los alambrados caídos y fuera del perímetro de la CTSA. También cuestiona la legitimidad misma de la CTSA, quizás el ejemplo más crudo de como se ha constituido el latifundio en nuestro país.

- Esperando la sentencia

Queda en el tintero analizar la responsabilidad y el rol del estado, tema que por extenso y complejo será tratado en otra ocasión. Porque la particularidad de este conflicto, que al principio se quiso tratar como un problema doméstico y penal, es la de desnudar los mecanismos de conquista y reconquista de la Patagonia.

Ahora falta esperar al Lunes, cuando tomando o no en cuenta estos elementos, el juez leerá su sentencia. Lo que está por decidirse en términos legales, es si la tierra corresponde a los Benetton, si se la deben devolver a los Curiñanco, o si se va a un juicio civil para discutir en profundidad las cuestiones aquí reseñadas.

Por el momento, sólo una cosa es absolutamente segura: pase lo que pase, la nieve seguirá cayendo sobre la tierra.

Porque mientras se escriben estas palabras, las cumbres se tiñen de blanco y reflejan, a pesar de todas las leyes, suaves rayos de sol que se escapan de entre las nubes. La ley natural fiel a su tradición sigue cumpliendo.

sábado, 8 de octubre de 2011

Leyendas de Tierra del Fuego




LOS ONAS Y LA LUNA
(Mito Selk’nam )
Los Onas suponen que en las variadas fases de la luna hay seres ocultos
enemigos de los hombres que les causan mayor pavor.
El engrosamiento gradual de la luna KRE les inspira gran miedo, porque creen que
para engrosarse se alimenta de criaturas humanas, a las cuales les chupa la
sangre que les causa la muerte.
De aquí que cuando llega el plenilunio hagan fiestas alrededor de grandes fogatas
y bailan y gritan en algazara infernal durante toda la noche, celebrando él haber
librado del peligro de muerte a sus hijos, que aman con mucha ternura.
KAMSHOUT Y EL OTOÑO
(Leyenda Selk’nam - Tierra del Fuego, Argentina-Chile)
Hubo un tiempo en que las hojas del bosque eran siempre verdes. En ese
entonces el joven selk’nam Kamshout partió en un largo viaje para cumplir con los
ritos de iniciación de los klóketens.
El joven iniciado tardó tanto en volver que el resto del grupo lo dio por muerto.
Cuando nadie lo esperaba, Kamshout volvió completamente alterado y empezó a
relatar su sorprendente incursión en un país de maravillas, más allá en el lejano
norte.
En ese país los bosques eran interminables y los árboles perdían sus hojas en
otoño hasta parecer completamente muertos. Sin embargo, con los primeros
calores de la primavera las hojas verdes volvían a salir y los árboles volvían a
revivir. Nadie creyó la historia y la gente se rió de Kamshout quien, completamente
enojado, se marchó al bosque y volvió a desaparecer.
Luego de una corta incursión por el bosque, Kamshout reapareció convertido en
un gran loro, con plumas verdes en su espalda y rojas en su pecho. Era otoño y
Kamshout -a partir de entonces llamado Kerrhprrh por el ruido que emitía, volando
de árbol en árbol fue tiñiendo todas las hojas con sus plumas rojas. Así
coloreadas, las hojas empezaron a caer y todo el mundo temió la muerte de los
árboles. Esta vez la risa fue de Kamshout.
En la primavera las hojas volvieron a lucir su verdor, demostrando la veracidad de
la aventura vivida por Kamshout. Desde entonces los loros se reúnen en las ramas
de los árboles para reírse de los seres humanos y así vengar a Kamshout, su
antepasado mítico.
Fuente: Cuentos y Leyendas Americanas.-
EL ORIGEN DEL CALAFATE
(Leyenda Selk’nam )
Cuando los Selk’nam habitaban Tierra de Fuego se agrupaban en
diversas tribus, dos de ellas se encontraban en gran conflicto, los jefes
de ambas comunidades se odiaban hasta la muerte. Uno de ellos tenía
un joven hijo, que gustaba de recorrer los campos. En una ocasión se
encontró con una bella niña de ojos negros intensos y se enamoró de
ella.
Lamentablemente, era la hija del enemigo de su padre, la única manera
de verse era a escondidas, pero el brujo de la tribu de la niña los
descubrió. Vio sin embargo, que no podría separarlos y condenó a la
niña, transformándola en una planta que conservó toda la belleza de sus
ojos negros, pero con espinas, para que el joven enamorado no pudiera
tocarla. Pero el amor era tan fuerte que el joven nunca se separó de
esta planta y murió a su lado.
Por eso cada quien que logre comer el fruto de este arbusto estará
destinado a regresar a la Patagonia, pues uno no puede separarse del
poder de amor que hay en el calafate, nos atrae a él y no nos permite
que nos marchemos por mucho tiempo.
Fuente: Cuentos y Leyendas Americanas.-
YINCIHAUA
(Leyenda Selk’nam)
Todos los años en la primavera, las jóvenes mujeres onas se juntaban en una
choza especial, para la importante fiesta llamada “yincihaua”. Acudían desnudas,
con el cuerpo pintado y en sus rostros máscaras multicolores. Tenían gran
imaginación para hacerse hermosos dibujos geométricos, que representaban los
distintos espíritus que viven en la naturaleza. Ellos les daban los poderes que
ejercían sobre los hombres.
Ese día una de las niñas tomó con mucho cuidado un poco de tierra blanca y
empezó lentamente a trazar las cinco líneas que pensaba pintar desde su nariz
hasta las orejas. Las otras jóvenes trataron de imitarla, ya que las figuras en el
rostro eran muy importantes.
La fantasía de cada una se echó a volar y se pintaron de arriba abajo con
armoniosas figuras. Unas a otras se ayudaban, pero para no ser reconocidas, se
pusieron en sus rostros unas máscaras talladas. Blanco, negro y rojo eran los
colores preferidos. En un momento dado, cuando ya estaban todas preparadas,
salieron de la choza con grandes chillidos y mucho alboroto para asustar a los
hombres que las esperaban afuera.
La bulliciosa ceremonia se encontraba en su apogeo y todos daban gritos, cuando
sobre el tremendo ruido reinante se escuchó una fuerte discusión entre el hombresol y su hermana, la mujer-luna.
-Yo no te necesito- insistía con altivez la luna.
-Sin mí, no puedes vivir- le contestó sarcástico el sol.
-Perdería mi brillo quizás, pero seguiría viviendo.
-Sin el brillo que yo te doy no vales nada.
-No seas tan presumido, hermano sol.
-Tú deberías ser más humilde, hermana luna.
Y así siguieron la disputa como dos niños chicos. Todos los hombres se pusieron
de parte del sol y las mujeres apoyaron a la luna. La discusión fue creciendo,
creciendo y ni siquiera el marido de la mujer luna, que era el arcoiris o “akaynic”,
pudo lograr que la armonía volviera a reinar entre la gente de la tribu.
De pronto, un gran fuego estalló en la choza del “yincihaua”, donde las mujeres
habían ido a buscar refugio cuando la pelea se hizo más fuerte. Allí estaban
encerradas cuando las alcanzaron las llamas.
Aunque el griterío fue inmenso, ninguna logro salvarse. Todas murieron en el
incendio. Pero se transformaron en animales de hermosa apariencia, según había
sido su maquillaje. Hasta hoy mantienen esas características y las podemos ver,
por ejemplo, en el cisne de cuello negro, en el cóndor o en el ñandú.
Afortunadamente ellas nunca supieron lo que había sucedido. Les habría dado
mucha pena, porque fueron los propios hombres los que prendieron el fuego. Es
que tenían envidia del poder que en el comienzo de los tiempos ostentaban las
mujeres, y querían quitárselo.-
Después de este penoso episodio la mujer-luna se fue con su esposo “akaynic”
hasta el firmamento. Detrás de ellos, queriendo alcanzarlos, se fue corriendo el
hombre-hermano-sol, pero no pudo lograrlo.
Todos se quedaron, sin embargo, en la bóveda celestial y no volvieron a bajar a
las fiestas de los hombres.

Domo y Lituche (Leyenda Mapuche)




Hace infinidad de lluvias, en el mundo no había más que un espíritu que habitaba
en el cielo. Solo él podía hacer la vida. Así decidió comenzar su obra cualquier
día.
Aburrido un día de tanta quietud decidió crear a una criatura vivaz e imaginativa, la
cual llamó "Hijo", porque mucho le quiso desde el comienzo. Luego muy contento
lo lanzó a la tierra. Tan entusiasmado estaba que el impulso fue tan fuerte que se
golpeó duramente al caer. Su madre desesperada quiso verlo y abrió una ventana
en el cielo. Esa ventana es Kuyén, la luna, y desde entonces vigila el sueño de los
hombres.
El gran espíritu quiso también seguir los primeros pasos de su hijo. Para mirarlo
abrió un gran hueco redondo en el cielo. Esa ventana es Antú, el sol y su misión
es desde entonces calentar a los hombres y alentar la vida cada día. Así todo ser
viviente lo reconoce y saluda con amor y respeto. También es llamado padre sol.
Pero en la tierra el hijo del gran espíritu se sentía terriblemente solo. Nada había,
nadie con quién conversar. Cada vez más triste miró al cielo y dijo: ¿Padre,
porqué he de estar solo?
En realidad necesita una compañera -dijo Ngnechén, el espíritu progenitor.
Pronto le enviaron desde lo alto una mujer de suave cuerpo y muy graciosa, la que
cayó sin hacerse daño cerca del primer hombre. Ella estaba desnuda y tuvo
mucho frío. Para no morir helada echó a caminar y sucedió que a cada paso suyo
crecía la hierba, y cuando cantó, de su boca insectos y mariposas salían a
raudales y pronto llegó a Lituche el armónico sonido de la fauna.
Cuando uno estuvo frente al otro, dijo ella: - Qué hermoso eres. ¿Cómo he de
llamarte? . Yo soy Lituche el hombre del comienzo. Yo soy Domo la mujer,
estaremos juntos y haremos florecer la vida amándonos -dijo ella-. Así debe ser,
juntos llenaremos el vacío de la tierra -dijo Lituche.
Mientras la primera mujer y el primer hombre construían su hogar, al cual llamaron
ruka, el cielo se llenó de nuevos espíritus. Estos traviesos Cherruves eran
torbellinos muy temidos por la tribu.
Lituche pronto aprendió que los frutos del pewén eran su mejor alimento y con
ellos hizo panes y esperó tranquilo el invierno. Domo cortó la lana de una oveja,
luego con las dos manos, frotando y moviéndolas una contra otra hizo un hilo
grueso. Después en cuatro palos grandes enrolló la hebra y comenzó a cruzarlas.
Desde entonces hacen así sus tejidos en colores naturales, teñidos con raíces.
Cuando los hijos de Domo y Lituche se multiplicaron, ocuparon el territorio de mar
a cordillera. Luego hubo un gran cataclismo, las aguas del mar comenzaron a
subir guiadas por la serpiente Kai-Kai. La cordillera se elevó más y más porque en
ella habitaba Tren-Tren la culebra de la tierra y así defendía a los hombres de la
ira de Kai-Kai. Cuando las aguas se calmaron, comenzaron a bajar los
sobrevivientes de los cerros. Desde entonces se les conoce como "Hombres de la
tierra" o Mapuches.- 3 -
Siempre temerosos de nuevos desastres, los mapuches respetan la voluntad de
Ngnechén y tratan de no disgustarlo. Trabajan la tierra y realizan hermosa
artesanía con cortezas de árboles y con raíces tiñen lana. Con fibras vegetales
tejen canastos y con lana, mantas y vestidos.
Aún hoy en el cielo Kuyén y Antú se turnan para mirarlos y acompañarlos. Por eso
la esperanza de un tiempo mejor nunca muere en el espíritu de los mapuches, los
hombres de la tierra
(Los Mapuches habitan el sur de Argentina y Chile, ellos considera todo eso sus tierras y luchan por ese derecho)

sábado, 1 de octubre de 2011

Confusión

Grisácea sensación de turbiedad
matices de negro, invaden el pensamiento,
los laberintos son cada vez más cerrados,
la busqueda de un claro, una luz, un destello.
No hay salida, las voces y las palabras se pierden...
No hay claridad, los deseos se adormecen previos,
Las ambiciones se convierten en descontroladas pasiones
Ya el negro manto cubre el inocente y blanco instinto
¡se desata lo inevitable, grita la ira!
el huracán arrecia con lo puro
Confusión, negrura, tibia esperanza.
Duda, rumor de voces, entonces juntos...
La desilusión y el desaliento.
Los hijos de la tierra traicionados
por doquier la destrucción de sus creencias
la ignorancia del blanco desatada
y la brutalidad de su raza aplasta
la pureza originaria...


sábado, 24 de septiembre de 2011

Leyenda aragonesa: Las Fadas de Ibón


En el pueblo de Canfranc, en pleno pirineo aragonés, vivía hace muchos años Damián, llamado el Cucharero. Era hombre de montaña, un poco hosco, escaso en palabras y ducho en recursos. Tenía que sobrevivir al duro clima y a las difíciles pruebas que cada día le imponía su hábitat. Formaba parte del grupo de pastores de la comarca. Los pastores bajaban a Tierra Plana en cuanto asomaban los primeros fríos, para proteger al ganado y darle pastos en los campos situados más al sur, donde la nieve desaparecía antes. La transhumancia era la forma de vida de la montaña, y nadie se planteaba que hubiera maneras distintas de vivir, o de sobrevivir. Aunque, en una ocasión, Damián quiso cambiar su vida.
Ese año, había sido padre de un niño. Cuando marchó al llano el invierno anterior, su mujer le había dicho que encontraría nuevo ganado al regreso, pero él nunca imaginó que se refería a su primogénito, al ereu, el heredero de la casa. Cuando volvió, se encontró con una criatura de meses, y a su madre diciéndole:
-El mosén quería que lo bautizara antes, pero he querido esperarte.
-Le pondremos Fabián, como su abuelo, así tendrá al angel de la guarda y a la almeta de mi padre que en paz descanse para protegerle toda su vida.
Esto lo dijo Damián con lágrimas en los ojos, y sólo había llorado antes una vez en su vida, que recordara, y fué cuando vió caerse a su hermano por las Peñas y matarse al ir a buscar un cordero que se había perdido.
El resto del año a Damián se le pasó como en vísperas, y cuando se quiso dar cuenta, el invierno volvía a ocupar su lugar. Pero esta vez el pastor dijo que no bajaba con el ganado. Los demás pastores le llamaron loco; el mairal, como denominaban al capataz, al más veterano en la profesión, le amenazó con echarle del gremio, y las mujeres del lugar le hicieron saber lo que pensaban de un mal padre como él.
Damián quería celebrar esa Navidad con su mujer y su hijo, como hacían los de los pueblos de Tierra Plana, y después vivir en su casa, no en el monte. Para conseguir su propósito, había pasado muchas horas tallando madera de boj. Con su naballa hizo cientos de cucharas, cazos y cucharones mientras los demás dormían en las mallatas. Sólo quedaba ahora recorrer los pueblos del Valle y vender la mercancía. Así ganaría el dinero suficiente para sobrevivir al invierno, y la primavera siguiente ya se vería. Pero llegó el 24 de diciembre, la antigua fiesta del Solsticio de Invierno, y Damián apenas había vendido algo. Quedaba una posibilidad: habría que pasar a Francia y probar allí suerte. Sólo volviendo con dinero suficiente en la faltriquera podría seguir llevando la cabeza alta en el pueblo.
Damián partió hacia las montañas del Puerto aquella fría mañana de la Nueibuena, sin hacer caso de las habladurías de su mujer y de su suegra. El no creía en las historias de biellas. Estaba harto de oir a las más viejas del lugar contar que en los ibones de Puerto habitaban seres malignos que acababan con los caminantes, si se atrevían a pasar por allí en los días mágicos de los solsticios. El era pastor, y sabía que el verdadero peligro cuando se andaba por las cimas consistía en no reconocer las crepas o grietas en el hielo bajo la nieve, eso sí que era arriesgarse a perder la vida, como le pasó a su hermano.
Desayunó fuerte: unos huevos fritos, cebolla y pan. Echó al morral un pan entero y queso. Sobre los hombros se acomodó la mochila cargada con los cubiertos de madera y sin despedirse de nadie, aún de noche, salió hacia Puerto, con la única compañía de sugayata, su bastón de pastor. Llegó al país vecino al mediodía. Las ventas no le fueron mal del todo, se notaba la cercanía de la noche festiva y del día de Navidad, y más de uno solucionó los regalos con el boj bellamente tallado por el artesano. Aunque Damián esperaba más, y apuró el tiempo todo lo que pudo, la noche se le echaba encima y era hora de volver a casa. Conocía muy bien el camino, y confiaba en las estrellas, como tantas otras noches de pastoreo. Sin embargo, la cima del puerto le sobrecogió. Nunca antes había sentido esa inquietud, nunca se había notado oprimido por una extraña fuerza que parecía provenir de la misma montaña. La nieve amortiguaba el sonido de las pisadas. El viento estaba calmado y el silencio era absoluto. Hasta que escuchó la voz. Al principio no se lo creyó. Luego ya no tuvo más remedio que mirar hacia la superficie negra y brillante del ibón. Allí no parecía haber nadie, y, sin embargo, la voz venía del lago. No se entendía lo que decía, ni siquiera era posible saber si se trataba o no de palabras. Al poco tiempo, a la primera voz se unieron otras, y todas parecían voces de mujer.
A Damián le temblaban las piernas y las manos. Dejó resbalar de la espalda el morral y la mochila, y se desparramó su contenido por la ladera de nieve que se extendía a sus pies. El coro de voces seguía entonando una melodía extraña, bellísima, y a cada minuto que pasaba, parecían añadirse nuevas notas, entonaciones imposibles y misteriosas resonancias. Damián comenzó a andar hacia el lago. En lo más profundo de su cerebro le pareció escuchar, debilmente, la cantarina voz de su mujer que lo llamaba, pero enseguida su nombre formó parte del coro de aquellas voces angelicales, y, claramente, resonó en todo el valle una frase pronunciada por gargantas invisibles:
-Damián, Damián, ven, ven...
El hechizo de las Fadas de los Ibons de Puerto volvía a elevarse por encima de las aguas heladas, por encima de la nieve oscura, más allá de las cimas... y su poder, su antiguo y desconocido poder venido de otros mundos y de otros tiempos, arrancaba de esta vida al pobre Damián, Damián el cucharero, y le obligaba a arrojarse en los brazos glaciales de los lagos de la montaña. La profundidad de un ibón fue su tumba.
Pasados los años, todas las Nueibuenas, un joven montañés llamado Fabián sube a Puerto y arroja una rama de boj, de bucho, a las calmas aguas del ibón.

Atland, el viejo de las cumbres.


Fue Atland un personaje misterioso, ser de otro mundo que en su apariencia humana adoptaba la humilde figura de un barbado anciano. Para los primitivos habitantes pirenáicos que habitaron su tiempo, Atland, loco o mago, arrastraba su mísera existencia hundido en una pequeña cabaña construida con sus manos, más parecidas a raices leñosas que humanas, a base de piedra sin cantera y troncos enteros de abeto. "El Viejo de las Cumbres", le llamaban, y en los poblados de las montañas, el Viejo se convertía en protagonista de historias y chismes inventados por los lugareños con el fin de entretener la mente y hacer más breves los rigores del crudo invierno.

Fue Atland en la imaginación de las gentes un soldado renegado de las guerrillas combatientes contra los invasores del Imperio Romano, que para alcanzar la vergonzosa libertad hubo de segar el cuello al cabecilla del grupo y huyó a esconderse a las faldas del ya entonces llamado Monte Perdido, sobre el que también se decía que era tal su lejanía debido a un extraño encantamiento que le permitía, a la montaña, cambiar de lugar entre las demás cimas de la cordillera. Por supuesto, Atland se ganó entonces la fama de Encantador de las Montañas. Verdad o no, lo cierto es que Atland, personaje que también ha llegado hasta nosotros con el nombre de Asland, escondía más de lo que enseñaba.
Atland tenía una misión sobre la tierra: los dioses, su familia, le habían encomendado la construcción mediante las artes mágicas, de un lugar maravilloso que sirviera de morada-puente entre los hijos de la tierra y los hijos del misterio. El venerable encantandor, el más sabio de entre los primeros pobladores de las brumas que cubrieron las montañas en su génesis, se puso a trabajar con todas sus fuerzas. Reunió todos los elementos conocidos. Para empezar, los primordiales: aire, fuego, tierra y agua. Después, los esenciales: humo, viento, roca y lluvia. Por último, los espirituales: palabra, lágrima, pétalo y música. Hilos de luz de sol y de luna le sirvieron para tejer el hechizo. Por fin, tras muchos siglos de empeño, el Palacio estuvo construido.
Sobre las nubes que permanecen eternamente cubriendo la cima del Monte llamado Perdido, en uno de los macizos montañosos más antiguos del planeta Tierra, se alza desde entonces un maravilloso palacio que sólo algunos elegidos con el don de la Segunda Vista han podido contemplar. Ninguna boca humana ha podido pronunciar las palabras que lo describirían, ni ninguna mano de artista ha podido trazar siquiera un bosquejo de su magnificencia. Aquellos que de el fastuoso prodigio han tenido conocimiento, hablan de el brillo del cristal más puro, magníficos jardines cuyos dibujos atrevidos han sido trazados por un mágico compás; más cercanos a nuestros días, hay quien ha vuelto insistir tratando de encontrar una certera descripción, sin conseguir sino un reflejo como el que percibe en su mente el ciego que conoce un cuadro con sus dedos: Maravillosas torres, resplandecientes almenas, radiantes frontispicios y relucientes columnas.
Pero este celestial lugar tenía un fin. Debía acoger entre sus paredes sin cemento un hogar, una acogedora morada para que floreciera el amor entre las dos especies de seres más queridas de la Creación. Atland previó lo que sucedería de dejar el acceso abierto a la curiosidad del descubridor humano, y estableció que sólo a lomos de caballos alados o dragones pudiera penetrarse en el recinto, guardado por pétreas fieras y bestias que cobraban vida según los deseos expresados por Atland por medio de un cetro de oro, tatuado de legendarias runas. La profecía estaba escrita. Se grabó en el frontispicio de un viejo dolmen, hoy desconocido y vergonzosamente cubierto por un vertedero de los humanos.
Fue el mismo Encantador de las Cumbres quien talló con golpes de palabras mágicas el texto de la profecía en la roca del dolmen, pero al parecer, brotaron lágrimas de sus ojos mientras lo hacía, y por eso hoy el dolmen se deshace bajo toneladas de escombros y deshechos. Lloraba Atland porque a veces, conocer hace sufrir, y él escribía en una piedra su propio final. Apiadados los dioses de la pena que embargaba el corazón del viejo, fiel cumplidor de sus divinos deseos, ordenaron a las tres Moiras que entretejieran una cruel venganza con los mismos hilos de la muerte y del asesino de Atland, y así quedó escrito en el Tapiz del Destino.
Y el destino se cumplió. Cuando Atland tenía ya todo preparado en el palacio para recibir a Moro, hijo del misterio, y a Elvira, hija de los hombres, un gigante se rebeló, celoso de la suerte de esas razas favorecidas por los dioses. Aneto era su nombre, y temible su poder. Todos los demás gigantes que en el principio de los tiempos pobablan los lugares gélidos de la Tierra, lo tenían como cabecilla. Aneto dirigió muchas batallas contra los Hombres, organizó incontables ejércitos de Omes Granizos, una raza de guerreros gigantescos nacidos de las profundidades de las montañas, que atacaban los poblados humanos lanzando rocas y troncos de árboles.
Aneto descubrió el plan de Atland, y él mismo tomó su venganza. Cuando Atland conducía hacia su palacio mágico a los dos jóvenes que iban a ocuparlo, Aneto apareció bajo la niebla del Monte Perdido, tensó la cuerda de su arco, y arrojó una flecha de fuego contra el encantador, atravesándole el pecho antes de que éste pudiera lanzarle ningún hechizo. Una sonrisa apareció en su rostro antes de morir. Atland recordaba el texto de la profecía, que él mismo había escrito:
-Una flecha arrebatará al Constructor
y lo elevará hacia los Cielos,
y cabalgará sobre su poder;
y el fuego de los Cielos
hallará un enemigo,
y caerá sobre él,
hendirá la piedra,
se alzará la montaña,
y será tan alta
como su maldad.
Cuando Atland cerró los ojos, un caballo alado apareció de la nada y lo llevó con él, perdiéndose entre las nubes.
Entonces todas las voces de los dioses se unieron en su sólo grito que resonó a lo largo del firmamento. El grito de los dioses hizo temblar la tierra. Una luz inmensa se materializó en el aire, se formó a partir del divino odio, y el padre de los dioses la dirigió contra el gigante Aneto convertida en un relámpago, lo partió en dos y lo hundió en las profundidades. Y al caer, se removieron las entrañas de la tierra, porque la Tierra no aceptó el cuerpo del malvado Aneto en su regazo, y lo escupió. Entonces el cuerpo volvió a unirse, pero el gigante se transformó en montaña helada, la más alta de los Pirineos. Y así se cumplió la profecía de Atland, el Encantador de las Cumbres.
© 2001 Chema GLera
Es una recreación literaria a partir de leyendas de tradición oral y fuentes escritas del siglo XIX

viernes, 23 de septiembre de 2011

Sueños
Sueños y esperanzas, deseos de un mañana
recuerdos del hogar al pie de la montaña.
Sabores de pan negro tostado en un caldero,
¿Quién entiende tu dolor, peregrino, tan lejos de tu tierra?

Te fuiste un día ansioso de aventura,
dejaste en el poblado hermanos, abuelos e historia,
¿Amores? tal vez, pero pudo más tu ilusión
y ese sueño amasado en los senderos con pasión,
¿Quién entiende peregrino, tu sed de probar lo nuevo?


Ya pasaron los años y no pudiste alcanzar tu sueño
viviste con el recuerdo de ese pueblo pequeño
donde dejaste hermanos, historias y cementerio
Ahora en tu ceño fruncido,una idea crece seria
¿Y si volviera un día, encontraría a mi pueblo?

Se han ido con los años desgastando tus fuerzas
todo ha cambiado el tiempo,tal  lima implacable.
ya no es tu figura otrora gallarda, alta y hermosa
ya no están tus sueños ansiosos por probar lo nuevo.

Es el tiempo que desgasta ilusiones, deseos, memorias
¿Quién te entiende viajero, cuando son amargas tus noches?
Y ahora el tiempo te vence, un sueño viene a tu encuentro,
no es el que esperabas, éste es más duradero.
Un día de tu sueño han de saber en tu pueblo,

 donde dejaste hermanos, historia y cementerio.

viernes, 16 de septiembre de 2011

Extraños tesoros

Era el caluroso verano del año 1977, vivíamos entonces en una colonia agrícola en Río Colorado.
Era esa época en que todo resulta bello y novedoso, sobre todo para nosotros, chicos de 14, 11 y 9 años
cuyas vidas transcurrían entre árboles, tierra recién arada y pájaros.
Nuestra casa rodeada de frutales y viñas estaba muy alejada del centro de aquella colonia de chacareros atareados siempre con su cosechas, creo que era la más alejada. Un monte de piquillines y alpatacos separaba nuestra casa del río; rápido, rojizo y ruidoso río.  Diariamente realizábamos recorridos extensos para ir hasta la escuela, trayecto que hacíamos a pié, y luego de volver, íbamos hasta el río.
 El momento esperado por nosotros era éste, cuando nos mandaban a llenar varios botellones con el agua barrosa, que luego de un período de decantación se volvía cristalina y bebible.
Mi hermano mayor tenía que trabajar en pesadas y calurosas jornadas cómo un adulto más, los más chicos teníamos más tiempo de jugar y caminar explorando las grandes extensiones de campo que era siempre una caja de sorpresas. En todo ese "patio" de juegos podíamos encontrar tesoros extraños y siempre estábamos en busca de algo.
Era ya el mes de diciembre y las clases llegaban a su fin. La idea de las vacaciones nos alentaba a salir por más tiempo hacia el bosquecillo que rodeaba al río y que era otra parada más en el paseo diario, sin tener que preocuparnos por las tareas escolares que ya casi no teníamos.
A la hora de la siesta, cuando la decisión de qué hacer era solo nuestra, nos aventuramos con el menor de mis hermanos y decidimos que íbamos a buscar nidos con huevos de pájaros exóticos en árboles, arbustos y entre la gramilla alta y seca. Así lo hicimos. Al término de una hora teníamos varios trofeos de colores que coleccionábamos en un  improvisado "museo". El calor era insoportable y el río era un buen lugar para refrescarnos. Nos acercamos y buscamos una playita para sentarnos y tocar el agua. El sol de las tres de la tarde daba de pleno en el agua barrosa y formaba un color entre bronce y oro. Los pájaros inquietos por el calor realizaban vuelos rasantes arrancando de la superficie una pequeña lluvia dorada. Sobre un costado de la playa había un montón de palos secos y ramas de sauces que tapaban una grieta hecha por la erosión del agua en las subientes. ¡Una grieta! lugar ideal para encontrar algún especímen curioso...
Lo que encontramos nos erizó la piel; un montón de huesos humanos sostenidos por pedazos de tela, que en algún momento fue ropa, se asomaban entre las ramas de un viejo sauce. Más allá, semienterrada sobresalía una superficie redondeada y blanca que pertenecía a nuestro macabro hallazgo. Entre el espacio que quedaba entre el cráneo y el fondo de la gruta, un manojo de tela marrón claro, enredada en raíces y vegetación completaba el cuadro que nos dejó espantados aquella tarde.
Por aquellos años nadie se sorprendía ni preguntaba demasiado sobre los muertos sin identidad que aparecían. Ésto pasó con lo que descubrimos ese día. Luego de ser retirado por los bomberos y la policía local nadie más supo nada de aquel infeliz: ¿hombre o mujer? que quedó archivado como un "nn" entre papeles que nadie más revisaría. En el pueblo nada más se supo y a nadie se le ocurrió investigar sobre el encuentro accidental  de dos niños.
A partir de ese momento nuestro espacio de búsqueda iba a ser el río, pués descubrimos que se podía encontrar siempre algún extraño tesoro que él traía con sus correntosas aguas coloradas, arrastrándolo desde quién sabe dónde para quedar atrapado por alguna rama de los sauces que bordeaban la costa y aprisionándolo para que alguien lo descubriera...o no.

lunes, 5 de septiembre de 2011

Identidad

Las grandes ciudades se caracterizan por albergar miles de personas  de todas partes del país e incluso del mundo, aparte de sus propios habitantes. ¡Es tan difícil, adquirir un lugar entre la gente de una ciudad! La mayoría de las personas que vienen del interior, desde un pueblo chico o del campo, se encuentran con serias dificultades para ser tomados en cuenta entre un grupo de la gran urbe. Los estudiantes y los que no lo son, con distintos modos de relacionarse, deben adaptarse a las formas, comportamiento y lenguaje de sus compañeros citadinos.
 Pero aparte de esa adaptación, resulta difícil ocupar un lugar de privilegio o respeto entre el nuevo grupo, si es que se lo tiene. El integrante del interior nunca va dejar de ser el "campesino", "el forastero" . Estos apodos van a surgir tanto cuando se equivoque como cuando acierte en algo. No importa cuanto tiempo pasó de su llegada a la ciudad; siempre va a ser  "el de afuera".
 Por otro lado, todos los habitantes tardan en ser reconocidos entre los numerosos estudiantes, empleados, docentes, y otros.  Son anónimos ciudadanos fuera de su grupo y cuando se alejan de éste pierden toda identidad.
Nada de estas cuestiones pasan en un pueblo. Todos se conocen. Hasta el  niño más pequeño tiene su propia identidad e historia conocida por todos; por ejemplo Pedro, un jovencito de 12 años es el  hijo de Pablo el verdulero, que se ganó la lotería en el 98 y compró el campito de los Álvarez, y su abuelo fue uno de los trabajadores que le dieron vida al frigorífico donde trabajan la mayoría de los pobladores.
Hasta los animales  tienen su propia historia y siempre se conocen algunas anécdotas; como el pato de doña Inés que llegó un día desde la ciudad,cuando tenía unos días de nacido, regalo de una nieta, y se crió con los pollitos de la gallina bataraza.  Dicen que no reconoce a las hembras de su especie, y acepta las de crianza porque se cree pollo.
La cuestión de la identidad no es un problema para la gente de un lugar con pocos habitantes donde el espacio y el tiempo son amplios y relajados. Dónde lo que importa es hacer bien las cosas y ser tomado como ejemplo a seguir por otros y dónde importa más ser que tener. Esto último, obsesión de multitudes que corren entre galerías por un pasillo sin fin de anónimos personajes que buscan tener un lugar en una sociedad exclusivamente de consumo.

jueves, 1 de septiembre de 2011

¿Y LA JUSTICIA?

La maldad de los hombres inunda la tierra
Inocentes criaturas sufren tormentos
El amor es el actor secundario de la película actual.
Dolor, llanto, amargura y desilusión...
Apocalipsis de la esperanza, fin de los sueños.
¿Cómo levantarnos luego de esta derrota?
¿Cómo enseñar que hay un mañana seguro?
¿Dónde está el Dios que proclama lo justo?
Volvimos al principio del juego
Perdimos el tiempo caminado.
El ahora es nuestro don preciado,
tal caballo con anteojeras, no miramos al costado.
Cerramos las puertas que nos muestran las heridas
caminamos pisando fuerte para no escuchar los gritos.
Tal cobarde que huye por el miedo...
Estamos inmersos en un lago de injusticias,
pero somos expertos en vivir con ello. 
Sin justicia somos cómo títeres,
nos mueven los vientos bruscos, violentos y corruptos.
desprotegidos vagamos  por la vida,
dejando en la huella un rastro doliente.
¡Revelemonos hoy!
Reaccionemos! Pidamos! Gritemos!Roguemos! 
               ¡JUSTICIA!

lunes, 29 de agosto de 2011

La literatura de hoy

Cuando comencé a estudiar literatura, solo creía que en mi carrera iba a leer textos bellos, que me iban a transportar  a lugares idílicos, qué iba a conocer personalidades increíbles a través de biografías curiosas que aparecen en los libros más famosos. 
En mi falta de conocimiento literario, pensé que iba a entender todo,  luego de "saber" las distintas teorías que enseñan tan descarnadamente cómo lo que propone su lectura.   Recuerdo cuando vimos  los representantes de la escuela de Francfort y debíamos entender que postulaba cada uno. Dos increíbles críticos no se ponían de acuerdo: Adorno, por ejemplo, le reprochaba a Benjamin que se implicara tanto, lo instaba a utilizar el presente como herramienta de pensamiento, porque la historia según decía ya iba a hacer su trabajo, ¿no? Y Benjamin era lo contrario, pensaba que cada rendija que pudiera abrirse era importante. Luego de esas clases  debíamos reflexionar y “Recoger los añicos para recomponer y ver en qué espejo podíamos mirarnos”. Pero, ¿qué pasa con la literatura hoy?
La literatura es el conjunto de los sentimientos, deseos, pensamientos, gustos y sentires del hombre. Es la expresión escrita  y leída de y por una sociedad, de un grupo,  porque sabemos que sin lector no hay escritor y viceversa.
 ¿Por qué momentos pasa la literatura hoy? Asistimos diariamente a un gran destape de los medios de comunicación. A través de distintos medios como internet,  facebook, y otros, se muestra una forma  o varias formas de literatura. Por estos medios nos enteramos  lo que piensan y lo que escriben distintos autores, conocidos o no. 
Lo que sucede después es más curioso aún. Puedo observar como minuto a minuto alguien pone y propone una poesía o pensamiento para leer en el facebook, poesía que podríamos decir oscila entre lo interesante,  pornográfico y lo ridículo y aparece una lista de comentaristas que "se identifican" con lo escrito y con el escritor y finalmente prevalece esto último; esas expresiones de lascivia, de coqueteo, de seducción (parece ser más por quién escribe que por lo escrito) nos dan la pauta del  nuevo comportamiento de una sociedad que incursiona en lo literario con tales comentarios, que Benjamin y Adorno (Si los leyeran) sentirían náuseas. 
La discusión sobre cuál es el "verdadero" arte, si el promovido por las industrias culturales o el elaborado con la autenticidad de la individualidad creadora, es desde el siglo XIX una de las preocupaciones más trabajadas en las estéticas modernas y sigue atormentando a los posmodernos. 
Lo expuesto, también es literatura hoy, una nueva manifestación, muy tecnificada , pero literatura  al fin teniendo en cuenta lo que dije antes: "Literatura es  la expresión escrita  y leída por una sociedad" estemos de acuerdo o no.



viernes, 26 de agosto de 2011

RASTROS

Rastros de humo
señales  de aromas
perfumes de juegos
nos siguen de cerca
al girar la cabeza
giran con nosotros,
nos enfrentan e interrogan.
Los reconocemos y los añoramos,
no nos responden, no nos recuerdan,
buscan y no encuentran su amigo pasado
el puente es infranqueable
un espectro lo custodia,
la contraseña: la memoria

jueves, 25 de agosto de 2011

Alma curiosa

Hay un castillo y una doncella.
que tiene mil joyas alrededor,
confort en su vida, familia y amigos,
viajes, tesoros, caricias, amor.
Pero algo la inquieta, invade su alma,
es un deseo de ser alguien más.
La culpa la frena porque tiene todo
nada le falta a su vida hoy.
Quiere poesia, quiere sentimientos,
busca en la lectura , mimesis de vida.
Halla mil historias, puede ver las almas,
estrellas titilan, brillantes, lejanas.
Estira su mano, alcanza un cometa...
Feliz está ahora, todo está completo
viajes, tesoros, caricias del alma
y amor que alimenta su sed de crear.


lunes, 22 de agosto de 2011

El poeta errante

El cielo plomizo cubre su vista
 el piso mojado refleja su aura,
el fantasma camina en el día gris,
 es solo un despojo de lo que fue una vez.

Fue humano el día en que fue feliz,
le robaron el alma cuando confió sin ver. 
un día lejano en la gran París,
el poeta fantasma  perdió la razón
y quedó estéril de ideas, de luz.

El paria de las letras no puede escribir,
pues perdió el alma allá en un país,
y exhala suspiros negros de hollín,
 le sacaron su magia, cruzando el mar

Camina su espectro sin horizonte
buscando el destino del desterrado,
del no amado, del olvidado,
del que no existe sin corazón

El que no encuentra su inspiración
  reflejo triste de lo viviente,
recorta su forma en la tarde hiriente,
camina y busca la joya  añil;
se la arrebataron en el mes de abril.


jueves, 18 de agosto de 2011

Esperanza

La ocupación de Antonio Sin en la base militar africana era la de ayudante de cocina. Podría pensarse que esta tarea era la menos querida por los recién llegados de España; pues no, todo lo contrario. El hecho de tener acceso a la cocina y a la mejor comida significaba en ocasiones salvar la vida. Los alimentos eran escasos y la distancia dificultaba el reaprovisionamiento de alimentos al destacamento.
Al no haber sufrido una experiencia similar es difícil imaginarse el destructivo conflicto mental y las luchas de voluntad a las que se enfrenta un hombre hambriento. El terrible sentimiento que provoca realizar tareas en un lugar desconocido, rodeado de selva y peligros ,pero con la atención concentrada en la sirena que suena llamando a la comida diaria. La desesperación del hombre por tener su ración de comida, que en muchas oportunidades era la única del día  debido a la escasez llevaba en ocasiones a peleas y rivalidades con sus propios compañeros.
Pasado el tiempo crecía entre lo hombres un gran vacío emocional y sentimental. Ese vacío se instalaba en sus cabezas y corazones, lo cual explica cómo al final de la guerra, los que volvían a casa y no encontraban a su familia, como en el caso de Antonio, seguían normalmente con sus vidas, quizá por esa ausencia de sentimientos provocados por el sufrimiento.
Había en el cuartel ciertas discusiones que se sucedían diariamente, en un esfuerzo de mantener la esperanza y salud mental; estas discusiones eran sobre la política militar, sobre la religión de alguno de ellos y de los rumores que se filtraban en el cuartel y que hablaban de la finalización del conflicto civil, especulándose con una inminente retirada del lugar y la ansiada vuelta a casa. Una vez  tras otra se desvanecía esa esperanza del próximo y deseado final. Una esperanza avivada día a día por habladurías candorosas de soldados ansiosos, enfermos exhaustos, hambrientos.
Con el correr del tiempo, el grupo llegado meses atrás se había reducido a la mitad. La muerte de muchos de ellos a manos de los nativos, de enfermedades y accidentes provocaba un extraño sentimiento; el pensar que serían el próximo, lo que llevaba a una condición de desesperanza y los rostros de esos seres transfigurados por la nostalgia y la situación diaria adquirían matices especiales.
En otras oportunidades se los veía eufóricos por el descubrimiento de algún animal exótico, o la contemplación de algún paisaje bello del lugar, era en esos momentos como si siempre habían estado allí, tales eran los cambios de los estados de ánimo de aquellos jovencitos sometidos a una sorpresiva realidad.
Antonio comenzaba su tarea en la oscuridad del alba. Caminando a tientas junto a otro compañero, traían las papas, que era el principal alimento para preparar las grandes raciones de caldo con tocino. 
De vez en cuando contemplaría el diluirse de alguna estrella en el primer albor de la rosada madrugada y entonces con un suspiro traería al presente la mesa de su casa de piedra, allá en La Puebla de Roda, junto a sus padres y hermanos, esperando la abundante comida hecha por su abuela, acompañada por generosas raciones de pan  y perfumadas ensaladas, y  con ese recuerdo evadía el momento real...
  

miércoles, 17 de agosto de 2011

El segundo sueño

En el caluroso mes de julio, Toñet, como lo llamaba su madre se dirigió al centro de Marruecos, allí debía presentarse según la cartilla que había llegado hacia una semana.
Transcurría el año 1947 y el mundo estaba asolado por la segunda guerra mundial. 
 Ya en el destacamento militar, el joven supo que el próximo destino sería África, la Guinea española.

Los Territorios Españoles del Golfo de Guinea comprendían varias islas  y la Guinea Continental Española; éstas fueron reunificadas en1926, pasándose a llamar Guinea Española. Para esta época se terminaron de disolver las estructuras previas tradicionales de los reinos tribales, consolidándose la administración de los españoles. Pero los habitantes del lugar no iban  a hacerle tan fácil  la estadía a  las tropas mandadas por el gobierno del país colonizador.
 España carecía de la riqueza y el interés necesarios para desarrollar una infraestructura económica importante durante la primera mitad del siglo XX. No obstante, desarrolló grandes plantaciones de cacao en la isla de Bioko con miles de peones importados de la vecina Nigeria. El ejército tenía también como objetivo custodiar esas plantaciones, lo cuál estaba a cargo de los jóvenes recién llegados.
En los años treinta Guinea Ecuatorial permaneció fiel a la Segunda República Española hasta septiembre de 1936, cuando, iniciada ya la guerra civil, se unió al alzamiento contra la República.
En 1947 Antonio Sin Palau, se presentó en el destacamento militar de Tetuán, Marruecos, donde había sido citado.
En la base recibieron un duro entrenamiento militar donde los soldados, jóvenes de todos los rincones del país pasaron grandes pruebas y sacrificios acentuados por la crisis económica del momento
El Protectorado de Marruecos era, sin la menor duda, la «joya de la Corona» del pretendido Imperio africano. Puede decirse que su posesión se medía no tanto en términos de explotación colonial o económica como en virtud de factores militares y de  prestigio, unidos a ciertos vínculos sentimentales que unían a los generales africanistas, empezando por Franco, a estas tierras.
 Por la Alta Comisaría   española en Marruecos, con sede en Tetuán, pasaron las figuras más prestigiosas del Ejército: Beigbeder (1937-39), Asensio (1939-41), Orgaz (1941-45), Várela (1945-51) y García Valiño (1951-56). Durante esa época se pusieron en práctica políticas y  relaciones tanto con la Administración jalifiana (el Majzén) como con los generales residentes y las autoridades francesas de la otra zona del Protectorado.
Antonio, en esta época perteneció al grupo de paracaidistas  y fue trasladado a la ciudad de Murcia donde realizó un curso intensivo y más tarde fue destinado  a la Guinea española.
El viaje desde el puerto de Marruecos hasta las costas africanas tuvo grandes inconvenientes,  tuvieron que soportar terribles  tormentas y en ocasiones estuvieron a punto de naufragar. Es difícil imaginarse que pasaría por las mentes de esos jóvenes habituados a estar en tierra como en el caso de Toñet (Antonio), antiguo pastor de ovejas en la provincia de Huesca.
Los recién llegados arribaron a la base luego de atravesar una espesa y pantanosa selva, siempre alertas por el temor de ser sorprendidos por los nativos del lugar que tanto de día cómo de noche a partir de entonces, iban a mimetizarse con el paisaje local, atentando al menor descuido contra los soldados, para ellos, intrusos en su tierra.
Las tareas cotidianas en la base se repartían entre los de mayor rango y los soldados rasos.
A partir de su llegada Antonio fue ocupado en la cocina  y encargado de tareas de limpieza, a su término debía hacer reconocimientos en vuelos que realizaban con los hidroaviones enviados por España.
 Una tarde el trabajo en la cocina se había retrasado, sus compañeros lo esperaban para hacer su recorrida habitual.Pero el estricto control de las tareas impidió que pudiera subir al hidroavión a tiempo, cuando salió de su puesto ya la nave habia levantado vuelo y se perdía entre los oscuros árboles.
 Al cabo de unos minutos la alarma se encendió en la base, el aparato se había siniestrado hacía un instante.
Así era la guerra, no había lugar para el dolor y la congoja. Seis hombres habían muerto, seis menos que vigilarían las posesiones en Africa. Seis cartas que se mandarían a su Patria.
 No iban a ser las únicas muertes, día día algún episodio terminaba con la vida de uno más; las fuentes de agua segura eran envenenadas por los nativos, la sed y el hambre enfermaban a muchos.Las guardias nocturnas eran temidas por todos. Los nativos se movían en la noche con rapidez  y destreza,  se acercaban a los desprevenidos soldados disfrazados con pieles, simulando ser animales. Por la mañana el relevo se encontraba con espectáculos macabros, siempre compañeros asesinados.
 La vida era vivida minuto a minuto, se vivía con el terror de que en cualquier momento uno podía ser el próximo. Mejor valía no apegarse a las amistades porque la muerte rondaba y elegía al azar.
Antonio Sin Palau cuidaba animales desde pequeño, trabajo heredado de su padre. Su carácter era tranquilo y cordial, no sabía de enemigos, ni enfrentamientos.Nunca tuvo que defender su vida cuando joven, la disfrutaba, amaba el aire libre en las montañas. Quizá el recuerdo de ese cielo y el ruido de los manantiales de su pueblo ocupaba sus ojos en el infierno de los días en servicio.
  Nadie está preparado para los momentos terribles de una guerra, pero el instinto de supervivencia hace actuar a los hombres de maneras impredecibles. Las guerras hacen eso, transforman el carácter, marcan al ser humano, dejan huellas dolorosas e imborrables. Esas marcas quedaron en su corazón para siempre; el miedo vivido, las necesidades, la incertidumbre diaria fueron minando su espíritu.
Cuando volvió su pueblo junto a un grupo reducido de sobrevivientes, no se sintió héroe, no se sintió humano. Cómo otros jóvenes quiso ser recibido por el abrazo cálido de una madre., pero la mezquina contienda que vivía el mundo también le había quitado ese consuelo. Se encontró huérfano, sin rumbo. Sintió que su lugar estaba lejos de todo aquello, quizás su destino estaba en otro lado, en otro mundo...y comenzó a soñar..

martes, 16 de agosto de 2011

Vacío

En la primavera, que ya está muy cerca
voy a ir a los parques donde antes iba
buscando aromas de flores, de mieles
y también un cielo celeste, celeste.

Voy a ir a lugares donde fuimos juntos
donde un día., nos prometimos mundos...
la cálida tarde será compañera 
de mi pobre figura que todavía espera...

Te fuiste en junio, hoy es septiembre
tu dulce abrazo todavía se siente
y  por muchos años estará en mi mente...
me abrigará en la tarde , consolará mi suerte.
Te extraño, te busco entre los jazmines
pero sólo encuentro vacíos jardines...

viernes, 12 de agosto de 2011

Fuerza

Sentimiento sublime, suspiro viviente
bebe la vida, aleja lo inerte
súbete al sol, mira al poniente
Es tuyo el destino, amárrate al mundo

Es brillo el presente, es agua en la fiebre
aunque obliga el mañana, es hoy la simiente
es el momento, es aire fresco
asoma a la fuente, refresca tu mente

No dejes que nada te aleje del viento
que sople en tu cara, que hierva tu sangre
que sea tu gente feliz cerca tuyo
No caigas ahora, palpita muy fuerte.

jueves, 11 de agosto de 2011

Traidora

Eres la más vil de la existencia
la más imprevista, |oscura y silenciosa
eliges a tú víctima fríamente
no reparas en insignificantes sentimientos

Estoy segura que tus días son  negros
y hay un vacío en tu corazón inexistente
sabes planear duelos y llantos
haces de los hombres
títeres sin alma
gozas su dolor, bebes su savia


te detestan nobles, monjes, siervos
temen tu caricia ,el beso frío.
odias la humanidad, tomas partido
no importa lo que hagas traidora eterna
hay algo que no tienes todavía
 es el suave beso de una madre
ni el cálido abrazo del que ama


Te vengarás de tu desgracia eternamente
pero nunca obtendrás lo más preciado:
el placer del primer sol  en la mañana,
el canto alegre del jilguero en su morada
la caricia fogosa del amado
la mirada agradecida de un anciano.

Condenada estás en tu cubil de odio y fuego
traicionando al débil y al enfermo
No tienes diversión en otra cosa
actúas sola, vil y silenciosa.